PROYECCIÓN DE
EL PERSEGUIDOR
de
Osías
Wilenski
sobre el
cuento “El perseguidor” de Julio Cortázar
Lunes 28 de
enero, 20 h
ENTRADA LIBRE
Y GRATUITA
El perseguidor fue secuestrada por la
justicia, al día siguiente del estreno, debido a un pleito entablado por los
padres de la actriz Zulma Faiad, quien en una escena hace un streep-tease.
Fue repuesta varios meses más tarde.
Es curioso cómo las adaptaciones de
cuentos de Julio Cortázar forjan
una imagen distorsionada de este escritor, pues tanto los films de Manuel Antín como este de Wilensky utilizan un lenguaje
alambicado que nada tiene en común con su prosa fluida. Que Ulises Petit de Murat sea responsable
de los diálogos artificiosos y del retorcido simbolismo de El perseguidor no es más que otro
de los pasos en falso de este guionista en la historia del cine argentino,
agravado ahora por una confusa pretensión de cine moderno que consiste en
fragmentar el relato hasta lo incoherente, en golpes de efecto reiterativos. El
director Osías Wilensky está
complicado también.
Wilensky era músico y no es difícil
adivinar qué lo atrajo en El perseguidor: el drama íntimo de un jazzman que
busca una nota inalcanzable (como Kirk Douglas en Luz y sombras) y
que alivia su impotencia en el sexo, las drogas y el alcohol era un conflicto
atrayente. Lástima que falla en su aspecto esencial; es decir, no importa que
en el cuento de Cortázar el protagonista fuese un
músico negro de New Orleans (calcado sobre el modelo de Charlie Parker) y que
en el film se trate de un saxofonlsta blanco y porteño; lo que no funciona es
el drama interior, que puede darse en cualquier ambiente, y que está agobiado
de solemnidad en las frases, de oscuridad en las motivaciones psicológicas y de
desorden en la exposición. Hay, además, un desagradable tufillo sensacionalista
(quizás involuntario) en varias imágenes.
Lo mejor es el elenco, donde sobresale
el protagonista Sergio Renán, aunque
todos aparecen perjudicados por la indefinición de los personajes. Renán es uno de los actores del cine
argentino más capaces de sugerir una vida interior; basta que directores
inteligentes lo aligeren de monotonía.
Antonio A.
Salgado
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